Los fluoruros que se utilizan en odontología y que están integrados en las pastas dentales no son tóxicos en las cantidades que se emplean.
Los dientes están rodeados por la placa bacteriana (biofilm) que contiene una gran cantidad de microorganismos. Las bacterias del biofilm, especialmente los lactobacilos y los streptococcos, generan ácidos durante el metabolismo de los carbohidratos que nosotros ingerimos en la dieta.
Estos ácidos atacan al diente, generando la liberación de calcio y fosfato del esmalte lo que los hace que el diente se “ablande”. Los fluoruros ayudan a que no ocurra esto.
¿Cómo actúa el flúor?
El flúor por un lado transforma la hidroxiapatita del esmalte en fluorapatita que es más resistente a la desmineralización y por otra parte inhibe las reacciones de glucolisis bacteriana de la placa dental, disminuyendo la formación de ácidos.
El flúor además ayuda a reparar el esmalte reponiendo el calcio y el fósforo perdidos, a fin de mantener los dientes duros.
El flúor entonces inhibe la desmineralización del diente, promueve la remineralización y tiene un efecto antimicrobiano.Por lo tanto nos ayuda a frenar el proceso de la formación de caries.